"Teníamos preparada la campaña de Semana Santa, en la que se suelen vender para hostelería entre 2 y 3 millones de kilos de patata agria de Salamanca y el cierre lo ha trastocado todo, no se han vendido ni medio millón de kilos?, asegura Isaac Bermejo desde sus instalaciones en Éjeme ?estamos trabajando a pérdidas?.

Isaac y su hermano son la tercera generación de su familia en este negocio y aseguran que ?nunca se había visto algo así. La actividad en la comercialización de patata sólo está al 5% y es un producto básico en alimentación?.

La clientela de los hermanos Bermejo está repartida por la hostelería de todo el país, ?su cierre nos afecta a los productores? y la Semana Santa es uno de los momentos clave para el consumo, ?ahora tan sólo se vende patata en grandes superficies y con formatos de cinco kilos para el autoconsumo y con eso no se llega ni de lejos a vender toda la mercancía?. Otro de los obstáculos que se presenta en este mercado es que, en breve, comenzarán a estar disponibles las patatas ?nuevas? con lo que las almacenadas tendrán todavía más difícil su salida ?se nos acaba el tiempo?, asegura Bermejo.

El consumidor actual prefiere patatas ?lavadas? en lugar de las que se venden para hostelería que se consideran ?sucias? pero el profesional del sector señala que esto es ?un error. Los consumidores deben saber que el lavado de la piel de las patatas ?acorta? la vida del tubérculo y la piel va a ir la basura, es sólo imagen?.

Una prueba de esta calidad es que buena parte de la patatas ?lavadas? no se usan en hostelería ?porque al ponerlas en la sartén a 170 grados se ennegrecen, las nuestras quedan doradas?, asegura Bermejo.

Además, argumenta que las patatas lavadas de las grandes superficies no suelen ser españolas, ?sino de Egipto, Israel o Francia. Nuestras patatas españolas están muy cotizadas en Europa por su alta calidad en lugares como Polonia y Alemania donde se llevan la cosecha de patata nueva. Recomiendo mirar la etiqueta para ver el origen?.